miércoles, 17 de febrero de 2016

Gustavo Adolfo Bécquer

Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla, España, el 17 de febrero de 1836. Murió en Madrid el 22 de diciembre de 1870. Poeta fundamental para el posterior desarrollo de las letras hispánicas. A continuación copio tres de sus más conocidas Rimas.

26

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta 
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!... 

¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!     




38

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aun más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas, 
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
nadie así te amará.



 63


Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte; 
por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.

Despierta ríes, y al reír, tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.

Dormida, los extremos de tu boca 
pliega sonrisa leve, 
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere.

                  ¡Duerme!

Despierta miras, y al mirar, tus ojos
húmedos resplandecen
como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.


Al través de tus párpados, dormida, 
tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz templado rayo
lámpara trasparente. 

¡Duerme!
Despierta hablas, y al hablar, vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.


Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.

¡Duerme!
Sobre el corazón la mano
me he puesto por que no suene  
su latido y de la noche
turbe la calma solemne. 


De tu balcón las persianas
cerré ya por que no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.

¡Duerme!


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